En los idílicos paisajes de los Países Bajos, donde los frondosos campos se encuentran con las bulliciosas ciudades, una preocupación acuciante proyecta su sombra sobre los medios de subsistencia de los ganaderos. Las emisiones de nitrógeno o, más concretamente, la deposición de nitrógeno, derivadas de las prácticas agrícolas y de la combustión de combustibles fósiles, se han convertido en un reto formidable. Estas emisiones, formadas por compuestos como el amoníaco y el óxido nitroso, se extienden más allá de las puertas de las granjas, afectando tanto a los ecosistemas locales como a la salud humana.
Mientras los Países Bajos lidian con regiones densamente pobladas y un próspero sector agrícola, el delicado equilibrio entre nutrir a la nación y preservar el medio ambiente se pone a prueba. Las estrictas normativas, concebidas para salvaguardar la calidad del aire y proteger hábitats sensibles, han obligado a los ganaderos a navegar por un complejo panorama normativo. La intrincada interacción entre la importancia económica de la ganadería, la habitabilidad de las zonas rurales y el impacto ambiental ha dado lugar a una acuciante necesidad de soluciones sostenibles. En este contexto, los ganaderos neerlandeses se encuentran en primera línea de una batalla polifacética: mantener sus medios de vida al tiempo que abordan el urgente problema de las emisiones de nitrógeno. Afortunadamente, se están desarrollando cada vez más tecnologías innovadoras, conocimientos y buenas prácticas que pueden utilizarse en la avicultura moderna para hacer frente a las emisiones:
Una de las últimas innovaciones consiste en utilizar unidades de tratamiento del aire que combinan el intercambio de calor, la refrigeración del aire entrante y la depuración ácida del aire saliente, reduciendo las emisiones de nitrógeno hasta en un 90%.
¿Cómo funciona un intercambiador de calor? Canaliza el aire exterior a través de aletas de plástico (conductos de aire) de casi 8 metros de longitud, mientras que el aire de escape circula alrededor de estas aletas en contracorriente. El aire fresco del exterior se calienta con el aire viciado y caliente del gallinero, lo que permite un intercambio de calor eficaz. El aire precalentado que entra en el establo ayuda a mantener seca la yacija. El completo sistema de climatización ofrece calefacción en invierno y refrigeración en verano. Para facilitar la refrigeración, las unidades están equipadas con un depósito de agua y boquillas pulverizadoras que distribuyen agua por los conductos de aire. Para completar el circuito, el agua se recicla continuamente mediante un sistema de bomba de circulación. En definitiva, los intercambiadores de calor desempeñan un papel fundamental a la hora de mejorar significativamente el clima interior de la nave avícola, favorecer el bienestar de las aves y aumentar la rentabilidad global de la explotación. El gas es esencial como fuente de calefacción para mantener unas condiciones óptimas para las pollitas. Con una ECO Unit que aporte aire precalentado, se puede conseguir un ahorro anual de gas de hasta el 75%. La mayoría de los productores de huevos sólo disponen de sistemas de ventilación y carecen de instalaciones de calefacción. En consecuencia, durante los periodos más fríos, las gallinas ponedoras necesitan mantener su propia temperatura corporal aumentando la ingesta de pienso. Las gallinas pueden utilizar la energía del pienso para producir huevos en lugar de mantener su temperatura corporal. Por supuesto, un intercambiador de calor consume electricidad, pero el ahorro global es significativo.
La solución ECO Air Care no termina aquí; ha sido desarrollada y elimina activamente el nitrógeno del aire viciado. Las unidades ECO Air Care limpian el aire saliente lavándolo con agua de proceso que contiene ácido sulfúrico. El agua de proceso captura las emisiones de amoníaco, partículas y olores. Esta agua de lavado se recoge en un silo y puede utilizarse en la granja como sustituto del fertilizante, contribuyendo así a la agricultura circular. Los avicultores están satisfechos no sólo por la mejora demostrable de los resultados en sus manadas gracias a la mejor calidad del aire, sino también porque se ha demostrado
que se elimina el 90% del nitrógeno del aire saliente.
Los niveles de amoníaco (que consiste en más de un 80% de nitrógeno) se eliminan del aire y se miden continuamente con sensores de amoníaco. Esto significa que se pueden capturar miles de kilogramos de nitrógeno por establo al año. En la primera instalación de graneros ECO Air Care en los Países Bajos, tenemos pruebas: Se capturaron 7.000 kg de nitrógeno al año, ¡suficiente para compensar la construcción de mil viviendas nuevas!
Las reducciones de nitrógeno siguen siendo un reto para los agricultores, la industria y el entorno político de los Países Bajos. Es de esperar que innovaciones como ésta contribuyan a avanzar hacia un mañana sostenible. Más información sobre ECO Air Care.
Artículo de Hendrix Genetics, escrito por Teun van de Braak.